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Torre de Babel Ediciones

Esparta, Tebas, Macedonia. Historia de Grecia, por Ch. A. Fyffe


MITOLOGÍA

La Mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de Grecia  
 

Mitología de la juventud o Historia fabulosa para la inteligencia de los poetas y autores antiguos

 

 

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Historia romana contada a los niños

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Nociones de historia de Grecia

Cap.I. Principios de los griegos

Cap II. El Peloponeso hasta el año 500 antes de J. C. Colonias

Cap.III. Ática hasta 500 años antes de J. C

Cap. IV. La revolución jónica y las guerras médicas

Cap. V. El imperio de Atenas y la guerra del Peloponeso

Cap.VI. Esparta, Tebas, Macedonia

Cap. VII. Imperio de Alejandro
 

 

 

NOCIONES DE HISTORIA DE GRECIA –CHARLES ALAN FYFFE


Índice

 

CAPÍTULO VI – ESPARTA, TEBAS, MACEDONIA

1. Dominio de Esparta

Esparta tenía ahora la dirección de todos los lugares que habían estado sujetos a Atenas. Lisandro recorrió las ciudades, estableciendo en cada una un gobierno oligárquico de diez ciudadanos favorables a Esparta, y también un gobernador espartano, llamado el armoste (άρμοστήςadministrador). El gobierno de los armostes espartanos era mucho más opresivo que había sido el de los atenienses, y pronto empezó Esparta a ser odiada por todos los Estados griegos. Los principales espartanos adquirieron grandes riquezas, y cambió el carácter del Estado espartano. Había ahora en Esparta unos pocos ciudadanos riquísimos y poderosos, y el resto cada vez era más pobre y estaba más descontento.

2. Retirada de los diez mil (401 antes de J. C)

Artajerjes, el hermano mayor de aquel Ciro que había ayudado a Lisandro, había sucedido a su padre como rey de Persia. Ciro resolvió hacerse rey él mismo, suplantándole en el trono, y tomó a sueldo un ejército de unos diez mil griegos, con el cual penetró en el imperio. En Cinaxa, cerca de Babilonia, se dio una batalla en la que fue muerto Ciro. Los griegos tuvieron que volver a retroceder a la costa desde el mismo centro del imperio, atravesando el país enemigo. Su vuelta se llama la retirada de los diez mil; tenemos de ella una historia escrita por su jefe Xenofonte. El escapar ellos prueba lo débil que en realidad era el imperio persa; porque si hubiera tenido un ejército útil para algo, aquella pequeña fuerza griega hubiera sido indispensablemente destruida en el transcurso de su larga retirada.

3. Esparta en guerra con Persia

Avergonzados estaban los espartanos de haber entregado los griegos a Persia en Asia, e hicieron ahora la guerra a los sátrapas persas del Asia Menor (398 antes de J. C). Su rey, Agesilao, alcanzó algunas victorias, y se preparó para atacar a Persia con gran fuerza. Farnabazo armó una escuadra fenicia de la cual dio el mando a Conon, almirante ateniense. Conon encontró a la flota a la altura de Cnido, cerca de Rodas, y la derrotó completamente (394 antes de J. C). Fue el resultado que Esparta perdió el dominio sobre las ciudades del Asia Menor, pues dependía éste del que se tuviera en los mares. Los armostes espartanos fueron expulsados; y Conon, dirigiéndose a Atenas, reconstruyó las largas murallas y la fortificación del Pireo.

4. Esparta en guerra con los Estados griegos

Los persas también excitaron a los Estados griegos a hacer la guerra contra Esparta. Tebas, que había sido el más encarnizado enemigo de Atenas, se unió ahora con ella contra Esparta, y a ambas se reunieron Corinto y Argos. Los espartanos tuvieron que llamar al rey Agesilao que estaba con su ejército en Asia, con objeto de apercibirse a la defensa. La guerra entre Esparta y los Estados aliados en su contra se hizo por algún tiempo en territorio de Corinto; y al mismo tiempo enviaron los atenienses una flota al Helesponto, y fueron restableciendo su poder marítimo.

5. Paz de Antálcidas (387 antes de J. C)

Los espartanos vieron entonces que les era preciso hacerse amigos de Persia, y se hizo una paz desgraciada, llamada la paz de Antálcidas, por la cual se entregaron a Persia las ciudades de Asia, y se permitió al rey persa que mandara a los griegos hacer la paz entre sí, y dictarles las condiciones de la misma, como si fuera su señor y ellos súbditos suyos.

     Tal fue el resultado de las guerras entre Atenas y Esparta, y del auxilio que una y otra hablan recibido de Persia. Todos los Estados griegos se avinieron a esta paz. Se disolvió la liga de las ciudades beodas que capitaneaba Tebas, y en cada una de ellas se estableció un gobierno oligárquico favorable a Esparta. En algunas colocaron los espartanos guarniciones de sus propias tropas.

6. Esparta y Tebas

Había en Tebas un partido en favor de Esparta. En ocasión en que un ejército espartano atravesaba Beocia, este partido le entregó a traición la ciudadela de Tebas, llamada Cadmeya (382 antes de J. C), y allí se estableció una guarnición de 1500 lacedemonios. Por espacio de tres años fueron los espartanos dueños de Tebas, pero en 379 antes de J. C, hicieron un complot contra ellos algunos tebanos, acaudillados por un noble llamado Pelópidas. Fueron muertos los comandantes de la guarnición, y recobrada la Cadmeya por los tebanos. Esto disminuyó no poco el poder de Esparta y alentó a sus enemigos.

Consiguieron los atenienses establecer una liga de setenta y cuatro ciudades del Mar Egeo, parecida a lo que la confederación de Delos había sido en un principio. Las ciudades debían conservar sus gobiernos propios, y se dio un nuevo nombre a la contribución que tenían que pagar con objeto de que la liga no pareciese el imperio de Atenas restablecido. Tebas se unió a la liga y se hizo la guerra a Esparta por mar y por tierra. El propósito de los tebanos era arrojar a los espartanos de aquellas ciudades de Beocia, en que aún tenían guarniciones, y restaurar la liga de Beocia con Tebas a su cabeza. Por el año de 374 antes de J. C. consiguieron realizarlo; fueron derribados los gobiernos favorables a Esparta, expulsadas las guarniciones espartanas y restablecida la liga beocia. Atenas y Tebas entraron ahora en celos recíprocamente, y en el año 371 antes de J. C. hizo Atenas la paz con Esparta, dejando a Tebas que siguiera la guerra por sí sola.

Inmediatamente invadieron los espartanos a Beocia, pero la infantería tebana se había hecho la mejor de Grecia, y su jefe, Epaminondas, era el general más grande de su época. Epaminondas encontró a los espartanos en Leuctra, y los derrotó tan completamente que en toda Grecia se comprendió que había terminado el poder de Esparta; pero no se contentó Epaminondas con destruir la autoridad de Esparta fuera del Peloponeso, y con el fin de quebrantar su poder en el Peloponeso mismo, y de cercarla de enemigos, resolvió unir a Arcadia que hasta entonces se había compuesto de algunas ciudades sin conexión ninguna, formando con ellas una gran liga, y hacer de Mésenla, que durante 300 años había estado sujeta a Esparta, un Estado independiente. Como las ciudades de Arcadia se envidiaban entre sí demasiado para permitir que ninguna de ellas fuera la cabeza de la liga, fundó Epaminondas una nueva ciudad llamada Megalópolis (la gran ciudad, μεγαλή, πόλις)  en la cual debían reunirse los diputados de todas las demás ciudades de la Arcadia; y se edificó una ciudad llamada Mesene para que fuera centro del nuevo Estado mésenlo (369 antes de J. C). De este modo cambió Epaminondas completamente el estado de Grecia. Rebajó a Esparta, que por cientos de años había venido siendo jefe de una gran parte de Grecia, poniéndola al nivel de cualquier Estado ordinario, e hizo a Tebas suprema por el momento. Considerando los cambios efectivos que produjo, debemos de contar a Epaminondas como el mayor de todos los estadistas griegos, con la única excepción de Temístocles; pero el trabajo de éste duró y el de Epaminondas se deshizo.

9. Mantinea. Muerte de Epaminondas

Pronto estallaron disensiones en la nueva liga arcadia. Parte de ella, y a su cabeza Mantinea, estaba en favor de Esparta, y el resto en favor de Tebas. En el año 362 antes de J. C. enviaron los espartanos un ejército a Arcadia; Epaminondas salió a su encuentro, y se dio una batalla cerca de Mantinea. Los tebanos obtuvieron la victoria, pero costó la vida a Epaminondas. Éste era el que había elevado a Tebas a su gran poder; no quedaba allí quien fuera su igual, y después de su muerte pronto desapareció la autoridad que la ciudad había adquirido.

10. Macedonia

Los Estados griegos habían agotado su poder en esas guerras que tuvieron unos con otros, y estaban ya a punto de caer bajo el poder de Macedonia, que hasta entonces no había tenido parte en la historia de Grecia. Los macedonios no eran reconocidos como griegos. Probablemente eran de una raza mixta, de griegos e ilirios; pero no era esta la razón por la cual no eran contados entre los griegos, porque muchas de las colonias, que todos llamaban griegas, eran igualmente de razas mezcladas. La razón era que los macedonios no vivían como los griegos. En su mayor parte habitaban el campo, y no las ciudades; y cuando el gran distintivo del griego era que pertenecía a un pequeño Estado en el cual se reunían los ciudadanos para administrar los asuntos de su Estado por sí mismos, los macedonios, por el contrario, formaban un país sujeto a un rey. No tenían libros ni arte, y en la labranza y en la caza pasaban la vida, haciéndola completamente de campo; de modo que no sólo era enteramente distinto el gobierno de los griegos del de los macedonios, sino que para el ciudadano griego educado, parecía demasiado rústico el macedonio para considerarle como griego. Sin embargo, los reyes de Macedonia eran admitidos como griegos, y se les permitía tomar parte como tales en los juegos olímpicos. Mucho tiempo habían estado tratando de asimilarse ellos y su corte a los griegos en todo lo posible. Arquelao, que fue rey por los años de 400 antes de J. C , había llevado a Macedonia poetas y artistas griegos, y también había edificado ciudades y construido caminos, con objeto de que su pueblo pudiera hacerse más pacífico y próspero. Así es que cuando los Estados griegos se destrozaron con sus guerras, empezaba precisamente Macedonia a ser un país poderoso. El pueblo era fuerte, bravo y obediente; y aconteció que, cuando por la muerte de Epaminondas quedó Tebas sin un caudillo, estaba Macedonia gobernada por un rey, Filipo, que era superior a todos los griegos de su tiempo. Filipo había estado tres años en Tebas, siendo joven, tenido en rehenes, y había aprendido de Epaminondas, tanto a formar el mejor ejército posible, cuanto a fortalecer su propio país y debilitar a sus enemigos. Estableció un ejército regular, cual no lo poseía ningún Estado griego, y se dedicó a extender sus dominios, para ser cabeza y jefe de Grecia.

11. Olinto

Entre la parte oriental de los dominios de Filipo y el mar había una región llamada Calcidia, en la cual existían algunas ciudades griegas. Una de éstas, llamada Olinto, se había hecho un Estado muy poderoso, y se había colocado a la cabeza de una liga de las ciudades vecinas, llamada la confederación olintia. Más hacia el Este quedaba la importante ciudad de Anfípolis, que Atenas había perdido en la guerra del Peloponeso, y que nunca había podido recobrar. Otros lugares de esta costa pertenecían todavía a Atenas, de modo que Atenas estuvo interesada desde el principio en las operaciones de Filipo. Filipo se hizo amigo de los atenienses con el pretexto de conquistar a Anfípolis para ellos; pero cuando la tuvo conquistada, la guardó para sí, y con el fin de impedir que atenienses y olintíos se uniesen contra él, dio otra ciudad a Olinto, con lo cual fueron éstos sus aliados (357 antes de J. C). Cruzó en seguida el río Estrimón y conquistó la parte occidental de Tracia, en donde había riquísimas minas de oro, y allí fundó la ciudad de Filipos

12. Guerra sagrada

Pronto encontró Filipo oportunidad de intervenir en los asuntos de Grecia, propiamente dicha, en una guerra relativa al templo de Delfos. Tebas, después de la batalla de Leuctra, había tomado influencia sobre Fócida, pero eran los focenses raza muy levantada de espíritu, y sacudieron aquel dominio. Los tebanos convocaron entonces el consejo de los anfictiones para que tomara parte contra los focenses y los condenara a una pesada multa, por haber cultivado en la llanura de Crísa. Viendo esto, los focenses se apoderaron del mismo templo de Delfos (355 antes de J. C), y valiéndose de los tesoros que tenía, pudieron levantar un gran ejército, con el cual declararon la guerra a tebanos y locrios. Atenas y Esparta se unieron a los focenses, a quienes apoyaban también algunos de los tiranos que reinaban en Tesalia. Los nobles tesalios, por otra parte, acudieron a Filipo en busca de auxilios. Se dio una gran batalla en Tesalia entre Filipo y los focenses; quedó victorioso Filipo y se hizo dueño de toda la Tesalia (352 antes de J. C). Trató de internarse en Fócida, pero cuando llegó a las Termópilas encontró en el desfiladero una considerable fuerza ateniense, y retrocedió.

13. Demóstenes

Otra vez se habían colocado los atenienses a la cabeza de una liga egea, y si hubieran obrado con espíritu y sabiduría, podían haber detenido a Filipo; pero habían perdido toda su antigua energía, y más se cuidaban ahora de ostentaciones y diversiones que de todo otro asunto. Los ricos se resistían a dar nada al Estado y trataban de escapar de las contribuciones; y los atenienses, en general, cuyos antepasados habían estado prontos a ir a cualquier parte y a hacer todo lo que tendiera en bien de Atenas, tenían ahora tan cobarde repugnancia al servicio militar que era necesario emplear soldados a sueldo, que no eran siquiera atenienses. En el año 358 antes de J. C. estalló una guerra entre Atenas y sus aliados. Atenas no llevó la mejor parte, y las ciudades mayores se hicieron de nuevo independientes, quedando en la liga solamente las más pequeñas; pero había allí un hombre digno de los mejores tiempos de Atenas, Demóstenes, el orador. Demóstenes vio que Filipo intentaba hacerse dueño y señor de Grecia, y cuando muchos atenienses estaban por mantenerse en términos amistosos con Macedonia, Demóstenes estaba convencido de que si Filipo no era detenido, se perdería para siempre la libertad de Atenas. Se esforzó en avisar a los atenienses del peligro que corrían, y en despertar en ellos el espíritu de sus antepasados; en hacerlos obrar de una vez y con resolución, en vez de dejar seguir el curso a los acontecimientos. El poder de Demóstenes consistía en su elocuencia: fue el mejor orador que se ha conocido. Sobre la conquista de Tesalia por Filipo, hizo Demóstenes su primer gran discurso contra Filipo, que se ha llamado la primera filípica (352 antes de J. C).

14. Filipo conquista a Olinto

Conquistada ya Tesalia, comprendieron los olintios que Filipo los atacaría enseguida, y propusieron una alianza a Atenas. Demóstenes aconsejó a los atenienses que se unieran a Olinto; se hizo la alianza y empezó la guerra; pero tan corto fue el auxilio que dieron los atenienses, que Filipo se apoderó de las ciudades de la liga olintia sucesivamente, siendo la última que cayó en su poder la misma Olinto (348 antes de J. C). Se dice que Filipo destruyó completamente estas ciudades, y vendió como esclavos todos los olintios que cayeron prisioneros. Toda la Calcidia quedó de este modo añadida a los dominios de Filipo

15. Filipo acaba la guerra sagrada

Seguía mientras tanto la guerra sagrada. Filipo se esforzó en hacer un tratado de paz con todos los Estados griegos excepto con los focenses; y cuando hubo dejado así a los focenses aislados y sin auxilios, penetró en Fócida y conquistó todo el país, causando una miseria y desolación tales cuales nunca las hablan conocido los griegos. Ocupó a Delfos, devolvió el templo a sus administradores y convocó el consejo anfictiónico. Éste decretó que fuese destruida toda ciudad focense, y que los focenses no vivieran más que en aldeas. Los votos que los focenses hablan tenido en el consejo fueron trasferidos a Filipo, a quien se dio el derecho de presidir en los juegos pitios que se celebraban en Delfos. Por estos medios se hizo Filipo reconocer por el consejo anfictiónico como el campeón del dios Apolo, y adquirió el derecho de intervenir en los negocios griegos, siempre que podía probar que se había hecho algún daño al dios y a su templo (346 antes de J. C).

16. Peloponeso

En la mayoría de los Estados del Peloponeso había partidos enemigos entre sí. Filipo aprovechó hábilmente esta circunstancia en favor suyo, y se apoderó de uno de los partidos en donde pudo. Sobre todo se hizo amigos los Estados que Epaminondas había fundado, porque éstos tenían miedo a Esparta y deseaban protección extranjera. Para contrarrestar los planes de Filipo, fue el mismo Demóstenes a la cabeza de una embajada a los Estados del Peloponeso que se hablan unido a Filipo, y trató de hacerles comprender que se habían aliado con el enemigo de toda la Grecia. Nada resultó de su viaje; pero la voz de alerta de Demóstenes había sido ya claramente oída por los griegos. Filipo, decía, es el enemigo de todos los griegos sin distinciones. Es un rey, y si consigue la victoria, hará a los griegos súbditos suyos. Que los griegos depongan las disputas entre ellos y se unan para conservar la libertad, que es el privilegio de nacimiento de los griegos, contra el déspota que trata de esclavizarlos. Así luchaba Demóstenes, no sólo por Atenas sino por toda la raza griega.

17. Atenas y Bizancio

Al principio habían hecho los atenienses poco caso a Demóstenes; pero conforme pasaba tiempo, y se iba demostrando que salía cierto todo cuanto había dicho respecto de la ambición de Filipo, se agrupó en derredor suyo un fuerte partido, y al fin empezó Atenas a obrar con vigor. Después de acabar la guerra sagrada, se fue Filipo hacia el Este, a conquistar a Tracia. Estaba todavía en paz con Atenas, pero un jefe ateniense de la costa de Tracia tuvo un encuentro con las tropas macedonias. Filipo escribió una carta en queja a Atenas, en la que proponía una amistad más íntima. Demóstenes excitó a los atenienses para que desecharan el ofrecimiento de Filipo y se aliaran con Bizancio, atacada entonces por Filipo. Se envió auxilio a Bizancio desde Atenas, que produjo un eficaz resultado, teniendo Filipo que levantar el sitio (441 antes de J. C). Aumentó este triunfo el poder de Demóstenes en Atenas, y le permitió dictar leyes para disminuir el inútil gasto de dinero público en las fiestas, y para crear un fondo con que atender a la guerra. También tomó medidas para que los ricos pagaran su cuota para la armada, de cuya fuerza, más que de cosa alguna, dependía la victoria de Atenas contra Filipo

18. Queronea

Pero tenía Filipo abundancia de amigos y gente pagada en Atenas y en todos los Estados griegos. El jefe de ellos en Atenas era Esquines, el cual era, como orador, superior a todos con excepción de Demóstenes, pero como ciudadano es contado entre los peores hombres que produjo Atenas. Era Esquines el diputado de Atenas en el consejo anfictiónico; y allí, en el año 338 antes de J. C, fue causa de que el consejo declarase la guerra contra la vecina ciudad de Anfisa por una bagatela, con el fin de que Filipo fuese llamado a tomar el mando. Se movió Filipo hacia el Sur con un gran ejército. De repente llegó la noticia a Atenas de que, en vez de marchar sobre Anfisa, se había apoderado Filipo de Elatea, al Este de la Fócida, punto que domina la entrada a Beocia y Ática. Anfisa había sido un mero pretexto; y la toma de Elatea quería decir que Filipo podía en el momento menos pensado estar a las puertas de Atenas. Fue convocada la asamblea; y cuando todos estaban silenciosos, por miedo y desfallecimiento, Demóstenes hizo un llamamiento a los atenienses para que se aliaran con Tebas, y salieran atrevidamente al encuentro de Filipo. Así lo hicieron; y el 7 de agosto del año 338 antes de J. C, los ejércitos aliados de Atenas y Tebas encontraron a Filipo en Queronea (Beocia). Fueron totalmente derrotados, y Filipo quedó dueño de Grecia.

19. Muerte de Filipo

Convocó entonces Filipo un congreso de todos los Estados griegos en Corinto. Se declaró la guerra a Persia, y Filipo fue nombrado general en jefe de toda la fuerza de Grecia. Volvió a Macedonia para preparar la invasión de Asia; pero en el mayor apogeo de su gloria, cuando estaba celebrando las fiestas del casamiento de su hija con el rey de Epiro, fue asesinado por un noble macedonio, y pasó la corona a su hijo Alejandro (336 antes de J. C).

 

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