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Torre de Babel Ediciones

Lecciones de historia del Imperio Chino – Por Herrera Dávila y Alvear

LECCIONES DE HISTORIA DEL IMPERIO CHINO

Breve descripción de este Imperio, de su historia, población,
gobierno, religión, industria, usos y costumbres

Redactadas por
D. J. HERRERA DÁVILA Y D. A. ALVEAR
SEVILLA — 1829
Imprenta de H. Dávila, Lleba y Compañia

(Mantenemos los nombres de las localidades y personajes chinos tal y como aparecen en el original,
actualizamos la ortografía a las normas actuales. Torre de Babel Ediciones.)

Zhou-Wenju - Pintor chino del siglo X

ÍNDICE

Prólogo

Primera parte

Lección 1. De la situación, población y división

Lección 2. Del gobierno

Lección 3. De las dinastías

Lección 4. De varios emperadores

Lección 5. De los mandarines y la policía

Lección 6. Del ejército y las armas

Lección 7. De la justicia y los castigos

Segunda parte

Lección 8. De la religión

Lección 9. De los sacerdotes y templos

Lección 10. Del carácter y las costumbres

Lección 11. De la educación, las ciencias y los libro

Lección 12. De las fiestas y teatros

Tercera parte

Lección 13. Edificios públicos

Lección 14. De las producciones naturales

Lección 15. Continúa el mismo asunto

Lección 16. Prosigue la misma materia

Lección 17. De los animales

Cuarta parte

Lección 18. De las artes e industria

Lección 19. Continúa el mismo asunto

Lección 20. Prosigue la misma materia

Preguntas sobre las lecciones precedentes

La descripción general de los diversos países del globo, de las leyes, costumbres e industria de las diferentes naciones que los habitan, es sin duda una de las lecturas más agradables e instructivas que se pueden presentar.

El filósofo, el legislador, el príncipe, como también el labrador, el fabricante, el comerciante hallan en ella cosas que observar y que aprender; y el curioso, el hombre de negocios, encuentra un medio de recrear su ánimo, viendo la novedad, la variedad y particularidades de tantas producciones distintas, con que el Supremo Hacedor nos ha favorecido, de tantas invenciones, con que los hombres de todas las edades y pueblos han aumentado el caudal de nuestros goces, de tantas preocupaciones, caprichos y extravagancias, con que en todos tiempos y circunstancias la especie humana parece haber querido cercenar la felicidad que le ha ofrecido la benéfica mano del Omnipotente.

Este interés tan general crece todavía cuando se trata de aquellas naciones más antiguas, de quienes nos consideramos aprendices imitadores, así como también sus descendientes. Entre estos pueblos famosos, que llenan siempre de admiración a las generaciones actuales en medio de la civilización de Europa, el imperio de la China merece un lugar muy distinguido, tanto por su prodigiosa antigüedad como por su poderío, y la perfección social a que hace tantos siglos han llegado sus innumerables individuos. Quizás un nuevo estímulo ha movido nuestra curiosidad natural, a causa de la dificultad que las instituciones de aquel hermoso estado ofrecen a las investigaciones del codicioso europeo y de sus emprendedores gobiernos. Con efecto, pocos siglos hace que una parte tan principal de la gran familia humana era del todo desconocida a los pueblos tenidos por más cultos y poderosos, y se puede decir con verdad que pocos años ha se referían acerca de ella los cuentos más extravagantes e increíbles. Las tradiciones romanas respecto al reino de los Seres y el imperio del Cathay de Marco Polo tienen poco o nada que ver con la China de los Jesuitas misioneros los PP. Dubalde, Schaall, Verbiest, Martini, Touquet, etc., de M-Tonrmout, Sbukford y otros. Aun entre estos mismos escritores se encuentran contradicciones notables, relaciones diversas y portentosas que indican haber escrito de cosas que no vieron bien, y fiádose demasiado de su propia opinión, o de noticias poco examinadas o mal entendidas. Disculpables son en verdad tales defectos, si se atiende a la novedad del asunto y a los insuperables obstáculos que ofrecen para profundizarle las singulares costumbres de los chinos, quienes impiden con suma vigilancia la entrada y permanencia de extranjeros en su país. Sin embargo, al ardiente celo de aquellos sabios propagadores de la religión cristiana somos deudores de las primeras y más circunstanciadas relaciones históricas y descriptivas de aquel vasto imperio, las cuales ampliadas y rectificadas después por varias embajadas europeas que fueron admitidas en él, y por la multitud de comerciantes viajeros que con el poderoso aliciente de la ganancia han podido penetrar más o menos en su interior, tienen en el día todos los caracteres de certidumbre y verdad que pueden desearse para darles crédito. Faltaba no obstante en nuestra lengua un tratado que abrazase lo más selecto y comprobado da cuanto se ha escrito sobre la China; relaciones parciales y vagas de algunos viajeros, y la incompleta y poco metódica que contiene el universal, lleno de especies frívolas e increíbles, cumplen mal el objeto de la historia descriptiva, ni pueden tampoco producir las ventajas que ella ofrece al observador juicioso, al sabio naturalista, al activo especulador, al industrioso labrador o fabricante. Estas consideraciones nos han impulsado a la publicación del presente tratado, que ofrecemos a nuestros compatriotas, no como una obra completa en la materia pero sí como la más melódica, y quizá la más veraz y copiosa que haya en castellano. Hemos hecho uso, para su composición, de las más modernas y confirmadas que se han escrito sobre las relaciones arriba citadas, particularmente la de Mr. Breton publicada en francés en 1811. El público, justo apreciador de nuestro trabajo, sabrá graduar su mérito; cualquiera que sea su fallo nos queda la satisfacción de haber puesto de nuestra parte cuanto hemos podido hacer en su obsequio, y de haber abierto un nuevo campo de instrucción a la juventud española.

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