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HISTORIA ROMANA
CONTADA A LOS NIÑOS - Jules Raymond Lamé Fleury
Índice
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RÓMULO, PRIMER REY DE ROMA
Desde el año 1º hasta el 38 de Roma
Rómulo no tenia más que diez y ocho años cuando, por la muerte de su
hermano Remo, que acabo de contar, quedó dueño de dar nombre a la ciudad
que había de edificar, la que llamó ROMA.
En aquel tiempo, según lo hemos visto por los buitres en la historia de
los dos hermanos, hacían mucho caso de los animales, que creían algunas
veces capaces de dar buenos consejos a los hombres. Queriendo
Rómulo
seguir esta costumbre, unció a un arado un novillo y una novilla,
animales de que se sirven en aquel país para labrar la tierra en lugar
de caballos o mulas, y dejándolos andar a su albedrío tomó por circulo
de su ciudad el surco que había trazado el arado, y marcó cuatro puertas
por las cuales se pudiese entrar o salir en Roma.
Sin embargo, aunque era rey de un pueblo muy numeroso, porque había
abierto un paraje donde todos los que habían hecho mal en su país iban a
refugiarse, ninguna mujer de las inmediaciones quería ir a vivir con
ellos porque todos eran malvados o ladrones. Ved aquí lo que hizo
Rómulo
para obligar a sus vecinos a enviar sus hijas a su ciudad.
Hizo anunciar por todas partes que había en
Roma juegos extraordinarios,
donde se verían muy buenas cosas, y por este medio todos los vecinos de
los pueblos cercanos, con sus mujeres y sus hijos, tuvieron gana de
asistir a aquellos juegos, pero muy pronto se arrepintieron de su
curiosidad. Porque mientras todos estaban ocupados en mirar los juegos
que se celebraban en una gran plaza, llegaron los soldados de
Rómulo con
la espada en la mano y robaron todas las muchachas que allí había para
casarse con ellas, a pesar de la cólera y la resistencia de sus padres y
hermanos, y los gritos de las pobres madres, que creían que aquellos
feos soldados iban a matar a sus hijas, lo que no obstante no sucedió,
pues que los romanos sólo se las llevaron a sus casas para casarse con
ellas.
Bien conocéis que los padres y parientes de aquellas muchachas que
habían sido robadas, no quisieron dejar impune la traición de que hablan
sido víctimas, y los sabinos que se habían presentado en los juegos en
mayor número que los demás vecinos, declararon la guerra a los romanos y
armaron contra ellos a todos los pueblos de las inmediaciones. Pero los
romanos, que eran muy valientes, aunque en esto habían hecho una mala
acción, los rechazaron en varias batallas. No fue sino algunos años
después cuando el rey de los sabinos, que se llamaba
Tacio, entró en la
ciudad de Roma con sus soldados por la traición de una joven llamada
Tarpeya, que les abrió una de las
puertas de la ciudad; pero fue bien castigada por esta mala acción por
los sabinos mismos, quienes la abrumaron echando todos juntos sobre su
cuerpo grandes redondeles de hierro, que llevaban en el brazo izquierdo
y llamaban broqueles (1); murió sobre una roca que desde aquel tiempo llamaron la
Roca Tarpeya, de la que tendréis que acordaros, porque os hablaré de
ella después.
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Hubo entonces en la ciudad un gran combate, que acaso se hubiera
concluido derrotando a Rómulo y
todos los suyos, cuando las sabinas
robadas, que ya eran mujeres de los romanos, se arrojaron por todas
partes entre los combatientes, rogándolos a gritos que no se matasen
unos a otros. |
Se veían por el suelo pobres y niños que habían llevado sus madres, a
riesgo de que los matasen los caballos, para enternecer a sus padres y
maridos, y en efecto lograron así desarmar a aquellos dos pueblos, que
de enemigos que eran no formaron ya mas que una sola nación y una
sola familia, que Rómulo y
Tacio gobernaron de común acuerdo.
Sin duda no habéis olvidado que en su juventud
Rómulo tenía un carácter
violento y envidioso, así es que no compartió por mucho tiempo el trono
con Tacio, quien murió asesinado por gentes, que jamás se supo quiénes
eran.
Entonces Rómulo quedó solo por rey, se rodeó de guardias y de hombres
armados, que llamó Lictores; estos llevaban siempre delante de él
manojos de varas, es decir, varitas unidas entre si, al modo de una
escoba, con las cuales hacía dar de golpes a los que quería castigar,
sea que quisiese sólo que los azotasen, sea que los mandase matar al
momento, según su capricho. Estableció todavía otras muchas cosas tan
crueles como éstas, cuya relación veréis cuando sepáis leer en las
grandes historias.
Debéis saber que había escogido los oficiales más viejos de su tropa
para formar una asamblea que llamó el Senado, porque eran ancianos todos
los que la componían; llamaron senadores a aquellos oficiales y llevaban
todos en el dedo anillos de oro, para distinguirlos de los
caballeros o
gentes de a caballo, que no tenían más que anillos de plata.
Mas estos senadores, a quienes maltrataba
Rómulo algunas veces como a los
demás súbditos, aunque acaso no se atreviese a mandarlos azotar, no
tardaron en aborrecerle.
Un día que había reunido el
Senado y todo su pueblo en una gran llanura
para cierto negocio, sobrevino de repente una grande oscuridad,
acompañada de truenos y de relámpagos, y cuando volvió a salir la luz,
todos exclamaron que un rayo había caído sobre él y le había reducido a
cenizas para castigarle por el mal que había hecho, y por la muerte de
su hermano Remo. Pero se cree que los senadores le hicieron tajadas,
llevándose cada uno debajo del vestido parte de su cuerpo.
Sólo hubo un hombre llamado
Próculo que contó haber visto a Rómulo subir
al cielo, y que había mandado que le adorasen con el nombre de
Quirino;
todos fingieron creerlo y nadie le echó de menos, porque jamás se quiere
a los malos. __________
(1) escudos (N. Editor: Torre de
Babel Ediciones) |
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