best microsoft windows 10 home license key key windows 10 professional key windows 11 key windows 10 activate windows 10 windows 10 pro product key AI trading Best automated trading strategies Algorithmic Trading Protocol change crypto crypto swap exchange crypto mcafee anti-virus norton antivirus Nest Camera Best Wireless Home Security Systems norton antivirus Cloud file storage Online data storage
tes

Torre de Babel Ediciones

Escuela alejandrina. Clemente de Alejandría. Filosofía medieval. Historia de la Filosofía de Zeferino González.

Historia de la Filosofía – Tomo II – Segunda época filosófica
La filosofía cristiana

§8 – ESCUELA ALEJANDRINA.— CLEMENTE DE ALEJANDRÍA

Cuando la escuela africana trabajaba por establecer un muro de división entre el Cristianismo y la Filosofía, exagerando la impotencia, los errores y los peligros de la ciencia humana, habíase iniciado ya en la escuela catequética de Alejandría un movimiento en sentido contrario, y escritores eminentes salidos de su seno llevaban a cabo una reacción notable contra las exageraciones y tendencias de la escuela africana.

Obscuros son por demás el origen y primeros pasos de la escuela catequética de Alejandría, fundada sin duda con el objeto principal de instruir en la fe y preparar para el bautismo a los gentiles que deseaban abrazar el Cristianismo. En todo caso, es cierto que hacia mediados del siglo II, aquella escuela catequética había adquirido ya cierta importancia filosófica bajo la dirección de San Panteno. Esta importancia subió de punto y puede decirse que llegó a su apogeo, con la enseñanza y los trabajos de Clemente de Alejandría y de Orígenes, que sucedieron a San Panteno en la dirección de la escuela, y de aquí la conveniencia de exponer su Filosofía, como principales representantes de la misma.

 

      Clemente (Tito Flavio) nació en Atenas, según algunos, y en Alejandría, según otros; frecuentó varias escuelas filosóficas, y recorrió bastantes países en busca de la verdad, hasta que, habiendo oído a San Panteno, abandonó el gentilismo y abrazó la religión cristiana, sin dejar de frecuentar la escuela de San Panteno, hasta que, enviado éste a predicar el Evangelio a los habitantes de la India, fue nombrado Clemente sucesor suyo y prefecto de la escuela por Demetrio, Obispo de Alejandría.

Doce años habían transcurrido desde que Clemente se había puesto al frente del Didascáleo, cuando se vio obligado a retirarse a Capadocia, con motivo de la persecución que contra los cristianos estalló en el año 202 por orden del emperador Severo, ignorándose a punto fijo el año y el sitio de su muerte. Sus excelentes obras, de las cuales algunas se han perdido, son uno de los monumentos más notables de la literatura eclesiástica y de la Filosofía cristiana en los primeros siglos de la Iglesia, siendo innumerables y muy merecidos los elogios que se le han tributado (1) en todo tiempo. Su Filosofía puede resumirse y condensarse en los siguientes términos:

a) Hay dos especies de Filosofía, la divina o cristiana, que trae su origen directamente de Dios, y la humana o griega, la cual procede de la razón humana, y también procede de Dios, pero de una manera indirecta y menos principal. La primera es más perfecta que la segunda, y ella basta al hombre para su perfección moral y consecución de la vida eterna; la segunda es imperfecta, porque sólo contiene una parte de la verdad. La primera es el conocimiento breve y compendioso de las cosas necesarias (compendiosa eorum quae necessaria sunt, cognitio) para la vida presente y futura; la segunda es una inquisición comprensiva que conduce al conocimiento de las causas (deducens ad causae cognitionem) por medio de razones sólidas y verdaderas: Per veras et stabiles rationes, Philosophia confert ad comprehendendam veritatem, cum sit inquisitio veritatis

b) De aquí es que la Filosofía humana, aunque imperfecta, no solamente es buena en sí misma, y útil y provechosa para entender la Sagrada Escritura y para investigar la verdad, sino que dispone y prepara el alma para recibir la fe, y con ella el conocimiento de la verdad perfecta; de manera que la Filosofía griega viene a ser como un testamento e introducción para la religión cristiana: Philosophia veluti perpurgat et praeparat animam ad fidem accipiendam. Ipsam quoque Philosophiam Graecis, veluti proprium datum esse testamentum, ut quae sit fundamentum christianae religionis (2).

c) La Filosofía, especialmente para los cristianos, no es ni la platónica, ni la aristotélica, ni la estoica, ni la epicúrea, sino el conjunto de verdades diseminadas en todos estos sistemas, conjunto perfeccionado y completado con las verdades cristianas; y esto con tanta mayor razón, cuanto que los filósofos paganos tomaron de los hebreos la mayor parte de las verdades que enseñan, verdades que ellos corrompieron, amalgamaron y adulteraron con frecuencia.

d) La verdad es el mayor bien y perfección a que aspira la Filosofía, y con razón proclamaron los filósofos griegos que es principio de gran virtud y valor la reina verdad: a Graecis acclamatum est: principium magnae virtutis regina veritas. La admiración fue y es el origen de esta verdad porque fue y es el origen de la investigación filosófica. Los instrumentos, grados y caminos para conocer la verdad son los sentidos, la razón o inteligencia, la ciencia y la opinión. Según el orden de naturaleza, la razón es lo primero y principal; pero según el orden de tiempo y respecto de nosotros, los sentidos son primero. La ciencia es resultado de la acción de los sentidos y de la inteligencia.

e) Aunque pueden señalarse varios criterios de verdad, todos ellos pueden reducirse a la evidencia sensible e intelectual, por lo que respecta a la Filosofía humana o puramente racional; pues con respecto a la verdad cristiana, el único criterio es la palabra de Dios. La evidencia tiene lugar en la inteligencia y en los sentidos.

f) La lógica o dialéctica es sobremanera útil para investigar la verdad, y su obra principal es la demostración, la cual es de dos clases: una que sólo produce cierta persuasión más o menos firme (la opinión) en el entendimiento, y otra científica, que va acompañada de la evidencia y certeza, y es la que produce la ciencia. Esta ciencia, como hábito demostrativo, presupone principios indemostrables, siendo cierto que los principios de la ciencia no pueden demostrarse

g) Fácil es conocer y demostrar la existencia de Dios, ser único, perfectísimo, y autor de todas las cosas, porque consta esa existencia, ya por medio de las cosas por él creadas, ya también porque es reconocida y confesada por «todos los pueblos, bien sea que moren en el Oriente, o que habiten los últimos confines del Occidente, o que vivan en el Septentrión y el Mediodía.» Pero no es tan fácil conocer y determinar su esencia y atributos por las solas fuerzas de la razón, por lo mismo que es el principio primero y eterno de todas las cosas: Cum enim cujusque rei principium inventu longe sit difficillimum, est certe omnium primum et antiquissimum principium difficile ad demonstrandum

h) Sin embargo, podemos conocer y demostrar su naturaleza y atributos con el auxilio de la Filosofía cristiana o de la palabra divina, la cual nos enseña que Dios no es género, ni especie, ni ninguno de los universales, ni número, ni accidente, ni sujeto de accidentes. Tampoco debe apellidársele Todo, sino más bien padre y principio de todas las cosas. Es infinito e indivisible, carece de partes y de figura, y hasta de nombre, porque los nombres de Uno, Bueno, Inteligencia, Ser, Padre, Dios, Criador, Señor, que acostumbramos aplicarle, no expresan en rigor su naturaleza, sino que los empleamos a falta de nombre comprensivo, y como puntos de apoyo del pensamiento mientras fija su actividad en Dios. Todos estos nombres reunidos indican, sin embargo, el poder, la inmutabilidad y la eternidad de Dios (3), qui est semper id quod est

i) El poder infinito de Dios resplandece en la creación del mundo, efecto de su sola voluntad (cujus sola voluntas est mundi creatio), por medio de la cual dio el ser al cielo y al sol, a los ángeles y a los hombres. Su bondad y su justicia resplandecen en la providencia general que tiene de todas las cosas, rigiendo y conservando la naturaleza, y en la especial que ejerce sobre el hombre, objeto de sus cuidados y solicitud: curam gerit hominis, et de eo est sollicitus

Una de las principales manifestaciones de la providencia y de la omnipotencia de Dios, es la utilidad y el bien que sabe sacar de los males morales y vicios, cuyo origen y única causa debe buscarse en la voluntad humana, o en su defectuosa elección, de ninguna manera en Dios: quod (homo) vetitum elegerit, non est culpa in Deum, sed in eligentem conferenda

j) El mundo fue producido o creado por Dios de la nada; no es parte de la substancia divina, y fue error grosero de los estoicos afirmar que este mundo contiene algo de la substancia divina, o que ésta informa sus partes. El mundo sensible es como reflejo y copia del mundo inteligible e ideal, cuya percepción y conocimiento pertenece a la inteligencia.

k) El hombre es una substancia compuesta del cuerpo y del alma racional; no es parte de Dios, ni consubstancial con Dios, ni hijo natural de Dios; pero está formado a su imagen y semejanza, no solamente en cuanto al alma, sino también en algún sentido impropio, por parte del cuerpo, cuya armonía y belleza hacen de él como una estatua del Logos divino. Aunque el hombre es producido por generación, el alma racional, substancia espiritual, distinta o independiente del cuerpo, es producida de la nada o creada inmediatamente por Dios; su creación se verifica cuando se forma o engendra el cuerpo, al cual se une, siendo errónea la doctrina de los que dicen que las almas bajan del cielo, en donde preexisten, para unirse al cuerpo.

l) Tres son las facultades o potencias principales del alma, sin contar la libertad, a saber: la «inteligencia, que se apellida también facultad de raciocinar»; la parte o facultad que se refiere a la ira y sus manifestaciones (apetito irascible), y la concupiscencia (apetito concupiscible) «que induce a la codicia, los estupros y adulterios». El pensamiento en el alma es continuo o permanente (Descartes), y algunas veces tiene lugar con entera independencia del cuerpo, como acontece en los sueños.

m) El alma es inmortal y vivirá perpetuamente después de su separación del cuerpo, según lo experimentarán bien a su pesar los impíos, a los cuales tendría más cuenta que las almas no fueran incorruptibles; porque mientras son atormentados con suplicio eterno de fuego inextinguible, ni mueren jamás, ni pueden hallar término a su mal: Immortales sunt omnes animae, etiam impiorum, quibus praestaret haud esse incorruptibiles: dum enim ignis inextinguibilis perpetuo torquentur supplicio, nec unquam moriuntur, nullum malo suo finem nancisci possunt

 

        n) La perfección y el destino del hombre en la vida presente es imitar a Dios quoad ejus fieri potest: su perfección suprema y destino final en la otra vida consisten en el conocimiento y amor perfectos de Dios. Para realizar y conseguir uno y otro destino, Dios ha dotado al hombre de libre albedrío, por medio del cual puede elegir entre el bien y el mal.

o) El verdadero gnóstico, el gnóstico cristiano, como lo fueron Santiago, San Juan, San Pablo y los demás Apóstoles, sabe y comprende todas las cosas, aun aquellas que son incomprensibles y ocultas para los demás hombres, porque recibe la verdad de Dios y es iluminado por el Hijo de Dios. El gnóstico perfecto obra siempre por amor; está en perenne contemplación y comunicación con las cosas divinas; prefiere el conocimiento de Dios a la vida eterna, si fuera posible separarlas; no debe obrar bien por temor del castigo, ni por esperanza de premio, sino puramente por amor de lo recto y por el mismo bien, pues el que obra bien por temor o esperanza tiene la apariencia de justo más bien que la realidad: potius efficit, ut videatur justus

§ 9 – CRÍTICA

La teoría de este filósofo acerca del gnóstico cristiano constituye el lunar más saliente de su doctrina. El puritanismo, poco conforme con la doctrina general de la ascética cristiana que hemos apuntado, es llevado a mayor exageración todavía en otros pasajes, en los cuales nos presenta al gnóstico en una especie de contemplación extática perenne, y, lo que es más, libre y exento, no ya sólo de pecado, sino de todo movimiento de las pasiones y de toda especie de mutación. De todos modos, vista la teoría del filósofo de Alejandría, preciso será reconocer que es muy antiguo y que se encuentra ya en los primeros pasos de la Filosofía cristiana ese puritanismo moral de que alardean ciertas escuelas modernas, y que la originalidad que sobre esta materia se atribuyen a sí mismos nuestros krausistas, es una originalidad que cuenta diez y seis siglos de existencia.

Una cosa análoga puede decirse de la teoría cartesiana acerca del pensamiento perpetuo o permanente en el alma, idea que hemos visto apuntada también por el maestro de Orígenes: ipsa (anima) enim semper movetur, per seipsam operatur et cogitat
 

Por lo demás, no es posible desconocer que la Filosofía cristiana recibe notable desarrollo, y toma ser, y cuerpo, y organismo científico, bajo la pluma de Clemente Alejandrino, el cual, en nuestro concepto, merece con justicia el nombre de creador de la Filosofía cristiana, puesto que en sus obras se encuentran planteados y resueltos en armonía con el principio cristiano, pero de una manera racional y científica, casi todos los problemas más importantes de las ciencias filosóficas. Y el jefe del Didascáleo merece también el nombre de creador de la Filosofía cristiana, no solamente por parte del contenido, sino también por parte de la dirección que le comunicó al fundir y conciliar el elemento pagano y el elemento cristiano, los cuales desde entonces vienen constituyendo la gran síntesis de la Filosofía cristiana.

Es sobremanera notable y digna de elogio la seguridad de juicio que se advierte en Clemente de Alejandría. Aparte de su concepción del gnóstico cristiano, apenas se nota error alguno en la solución de los varios problemas filosóficos que toca en sus obras, cosa muy para notar, y que prueba la seguridad de su criterio cristiano, si se tienen en cuenta los errores más o menos graves en que incurrieron otros escritores eclesiásticos, sus contemporáneos y sucesores, y sobre todo el medio en que vivía, en perenne contacto con las teorías de los gnósticos, solicitado por las diferentes escuelas de la Filosofía griega que luchaban entre sí, rodeado de neoplatónicos y eclécticos, y respirando una atmósfera saturada de ideas helénicas y de tradiciones orientales, de gnosticismo y filonismo, de platonismo y de reminiscencias pitagóricas. En este concepto, Clemente de Alejandría fue muy superior a su discípulo Orígenes, quien no supo conservar la firmeza y sobriedad de juicio que brilló en su maestro.

Aunque, según hemos visto, Clemente no se adhiere a ninguna escuela determinada de Filosofía, sino que, por el contrario, profesa una especie de eclectismo superior, su doctrina moral y su concepción del gnóstico cristiano ofrecen de vez en cuando reminiscencias y aficiones estoicas. Tal vez no fue extraña a esta tendencia estoica la enseñanza de su maestro San Panteno, a quien San Jerónimo apellida stoicae sectae philosophus

En todo caso, con Clemente de Alejandría y en Clemente de Alejandría, la Filosofía cristiana adquirió el desenvolvimiento y perfección necesaria para constituir un todo sistemático, un organismo científico y completo, capaz de resistir a los embates y dificultades que contra ella se levantaban de todas partes. Así es que, a contar desde el gran maestro de Orígenes, la Filosofía cristiana se mantiene firme, inmóvil y hasta victoriosa en medio y a pesar de los rudos ataques de las escuelas gnósticas, encarnación del espíritu filosófico-oriental, y en medio también de los ataques no menos rudos y perseverantes de la escuela neoplatónica, encarnación del espíritu filosófico-helénico y concentración de sus fuerzas contra el Cristianismo. El monumento elevado a la Filosofía cristiana por el autor de los Stromata, permanece cual roca inmóvil en medio del Océano, mientras que las olas del gnosticismo y del neoplatonismo se estrellan mugientes a sus pies, y se retiran y desaparecen poco a poco, y mueren, finalmente, después de haber entregado a la Filosofía cristiana los elementos de verdad y de vida que encerraba en su seno la Filosofía griega, y principalmente la que habían enseñado Platón y Aristóteles.

__________

(1) He aquí cómo se expresa San Jerónimo al hablar del sucesor de San Panteno: «Clemens, alexandrinae ecclesiae presbyter, meo judicio omnnium eruditissimus, octo scripsit stromateon libros, et totidem Hypotyposeon, et alium Contra Gentes; Pedagogi quoque tria volumina. Quid in illis libris indoctum ? Immo quod non e media philosophia est ?»

(2) Es digno de leerse y muy notable el siguiente pasaje, que resume en cierto modo el pensamiento del catequista alejandrino acerca de las relaciones entre la Filosofía pagana y la fe divina o cristiana: «Atque erat quidem ante Domini adventum philosophia Graecis necessaria ad justitiam; nunc autem est utilis ad pietatem cui necessario praemittenda est ab iis qui Fidem ex demonstratione percipiunt…. Omnium enim bonorum Deus est causa, sed aliorum quidem principaliter, ut Testamenti Veteris et Novi; aliorum autem per consequentiam, sicut Philosophiae, quam tamen verisimile est ipsum Graecis per se dedisse, priusquam Dominus Graecos quoque vocasset. Nam ipsa quoque Graecos pedagogi more ducebat, sicut Lex Hebraeos.» Stromat., lib. I, cap. IV.

(3) El siguiente pasaje resume las principales ideas de Clemente Alejandrino acerca de la esencia, cognoscibilidad y atributos de Dios: «Neque enim (Deus) est genus, neque species, neque individuum, neque numerus, sed neque accidens aliquod, neque tale cui aliquid accidit. Neque vero Totum recte eum dixerit quispiam….quin etiam totius universitatis pater aliquis est. Sed neque dicendum esse aliquas ejus partes; in unum enim non cadit divisio. Quin etiam ideo est infinitum, non quod ejusmodi concipiatur, ut pervadi non possit, sed quatenus nullam suscipit dimensionem, et finem non habet, et ideo est figurae expers, et quod nominari non potest. Et si aliquando eum minus proprie nominemus, vocantes Unum, aut Bonum, aut Mentem aut ipsum id quod est, aut Patrem, aut Deum, aut Creatorem, aut Dominum, non id dicimus tamquam nomen ejus proferentes, sed propter veri nominis defectum, pulchris utimur nominibus, ut in aliis non aberrans his inniti possit cogitatio…. Sed neque scientia accipitur demonstrativa; ea enim ex prioribus constat et ex notioribus, nihil est autem ante ingenitum. Restat utique, ut divina gratia, et solo, qui apud ipsum est Logo, ignotum intelligamus.» Strom, libro V, cap. XII.

Escuela africana. Tertuliano y Lactancio                                                                                           Orígenes

tes