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Torre de Babel Ediciones

Biografia y obras de Platón por B. C. Burt

vida y obras de platón

B. C. Burt – En A Brief History of Greek Philosophy – Boston 1889

(traducción: Isabel Blanco)

Vida de Platón

Vida y obras de Platón

Platón nació en el año 427 antes de JC. No se conoce con exactitud su lugar de nacimiento; es posible que fuera Atenas, o bien que fuera la ciudad de Egina, en la isla del mismo nombre. Pertenecía a una familia aristocrática y adinerada, y sin duda disfrutó de las ventajas educativas que podía proporcionarle la época dorada en la que vivió. Conocía las obras principales de los mejores poetas y poseía un indiscutible talento poético. Escribió ditirambos, obras líricas y tragedias, y tenía una fina agudeza para la verdad; en resumen, era uno de esos jóvenes educados, bien dotados y de espíritu elevado que hacía las delicias de los grandes maestros de la antigüedad clásica. «¡Por Heracles!», exclama Sócrates hablando del bello Cármides en el diálogo de Platón del mismo nombre, «que jamás ha habido tal dechado de virtudes, al que solo le veo una pequeña falta». «¿Y cuál es esa falta?», pregunta Critias. «Un alma noble», responde Sócrates. Según parece, a ojos de su maestro Sócrates, Platón era ese dechado de virtudes se lo mirara como se lo mirara. Era considerado incluso hijo de Apolo. Antes de conocer a su maestro y de caer bajo su influencia, Platón quería ser un político brillante, ambición corriente entre los jóvenes atenienses de la época. Sin embargo resulta difícil concebir que un joven de temperamento poético y meditativo y de ideas decididamente aristocráticas pudiera hacer carrera entre los políticos corruptos de la degenerada y envilecedora democracia que regía Atenas durante la edad madura del filósofo. En cualquier caso, y debido a su trato con Sócrates, Platón tenía la vista puesta permanentemente en la filosofía. Sin duda había estudiado a Heráclito, si no a todos los primeros filósofos, y eligió vivir en el relativo aislamiento de la contemplación en lugar de llevar una vida social y política ajetreada.

Conoció a Sócrates a la edad de diecinueve o veinte años, y permaneció como discípulo suyo devoto hasta su muerte, a lo largo de un período de ocho o nueve años. Su relación con Sócrates tuvo que tener necesariamente como consecuencia la intensificación de un apetito intelectual ya existente, aparte de despertar en él una curiosidad nueva acerca de otros temas filosóficos y de derivar de sus enseñanzas su ideal de la humanidad; en resumen, sin duda esa relación desarrolló y fortaleció todas sus facultades. Tras la muerte de Sócrates y con el objeto de escapar de los perseguidores de su maestro, Platón se refugió en Megara y allí se convirtió en discípulo o al menos en compañero de Euclides. No se sabe cuánto tiempo pasó en Megara, pero lo que sí es seguro es que no mucho después viajó a Cirene, en África, a Italia y a Sicilia. Es probable incluso que visitara Egipto. Dionisio, el tirano de Siracusa, Sicilia, que consideraba sus doctrinas seniles e impracticables y estaba ansioso librarse de él, lo trató como a un prisionero de guerra y se lo entregó a su embajador en Esparta, quien «lo expuso para la venta como esclavo en el mercado de Egina. Le pidió un rescate por él a Anníceres, filósofo de la escuela cirenaica, y por fin Platón pudo volver a su ciudad natal». De esta forma, a través de sus viajes, Platón consiguió ampliar y extender sus puntos de vista acerca de la vida y de la sociedad y adquirió un conocimiento exhaustivo de las matemáticas de su tiempo y de la filosofía y ética pitagóricas, hechos que deben tenerse en cuenta en cualquier exposición del desarrollo de su pensamiento y de sus teorías filosóficas.

Hacia el año 387 o 384 antes de JC, si no antes, Platón fundó una escuela en un gimnasio de Atenas llamado la Academia y comenzó sus enseñanzas y la redacción de sus obras filosóficas escritas. Su dedicación a esta escuela, de carácter decididamente científico frente la educación sofista, parece haber sido total. La enseñanza gratuita que impartía en ella era en su mayor parte oral debido al valor incalculable que Platón le confería a la palabra y al contacto personal y al temor que le producía la facilidad con la que es posible malinterpretar el discurso escrito. En este sentido su método de enseñanza era fiel al de su maestro; también permaneció fiel a Sócrates al mezclar sabiamente la enseñanza, las relaciones sociales y el disfrute con sus discípulos en alguna que otra fiesta ocasional. No obstante la vida en la escuela no le proporcionó ninguna oportunidad de poner en práctica sus teorías, de modo que alrededor del año 367 antes de JC Platón volvió a Siracusa para instruir en ética y política al joven Dionisio que, tras la muerte de su padre, se había convertido en el nuevo tirano de la ciudad siciliana. Sin embargo, al igual que otros filósofos de la Antigüedad, Platón no consiguió ver aplicadas sus ideas políticas en la práctica.

Según parece Dionisio no era el tipo de gobernante capaz de ni de apreciar ni aplicar esas ideas, por mucho que las teorías de Platón pudieran llevarse a cabo en la práctica. Así que volvió a Atenas, y a excepción de un tercer viaje a Sicilia que realizó hacia el año 361 antes de JC con el objeto de reconciliar a Dionisio con su cuñado Dion, ferviente alumno suyo de la Academia, dedicó el resto de su vida a la enseñanza. Murió en el año 347 antes de JC a la edad de ochenta años, en plena posesión de sus facultades, reverenciado y alabado tanto por sus conciudadanos como por parte de extranjeros por la brillantez de su intelecto y por la nobleza y belleza de su carácter.

Ningún otro filósofo antiguo o moderno, salvo quizá su maestro Sócrates y su alumno Aristóteles, ha logrado jamás tan alta estima por parte de otros grandes pensadores. «Platón», dijo Hegel, «fue un individuo único en la historia; su filosofía ha sido uno de los hechos históricos que mayor influencia ha ejercido sobre la formación y el desarrollo de la mente humana tanto en la Antigüedad como en los tiempos modernos». (1)

Obras de Platón

En cuanto a las obras de Platón, su autenticidad y estilo, el orden aproximado en el que fueron escritas y el desarrollo y maduración de las ideas y teorías contenidas en ellas, es necesario resaltar ciertos aspectos indispensables incluso para un estudio elemental de la historia de la filosofía griega.

Para la enumeración completa de las obras se debe consultar a los eruditos; en particular a Zeller, Ueberweg y Grote. Por lo que respecta a la autenticidad el estudiante tendrá que aceptar la autenticidad de todos o de casi todos los diálogos platónicos que aparecen en la traducción de las obras completas del profesor Jowett. La mayoría de los estudiosos eruditos no comparten las dudas de Ueberweg y de otros autores acerca de la autenticidad de diálogos tan importantes como el «Menón», el «Parménides», el «Político» o el «Sofista» (2). En cuanto al resto de los diálogos y a la maduración de las ideas y del pensamiento de Platón, caben dos hipótesis: en primer lugar la de Schleiermacher, según la cual Platón escribió los diálogos de acuerdo con un esquema filosófico preconcebido con mayor o menor anterioridad, y la hipótesis de Hermann, que sostiene que Platón escribió los diálogos según el orden concreto en el que las ideas fueron madurando de forma natural en su mente. Los estudiosos más recientes optan por una solución intermedia que, según parece, se inclina más bien por esta última.

Según la teoría de Hermann, los diálogos platónicos pueden dividirse en tres clases: los «socráticos o elementales, los dialécticos o mediatizados y en tercer lugar los expositivos o constructivos». Los primeros, escritos antes de la muerte de Sócrates o inmediatamente después, tienen un carácter fragmentario, emplean la refutación socrática («método de Elenchus«) y protréptica y utilizan casi exclusivamente el método socrático, pero sin embargo no responden en profundidad a las cuestiones fundamentales de la filosofía. Los del segundo tipo se distinguen por ser más áridos, menos vivos y entretenidos en su estilo y sin embargo más críticos con la filosofía megaro-eleática que ocupó a Platón durante su estancia en Megara, con la cual polemiza y solo a veces aprueba. En el tercer período hay por una parte una vuelta a esa viveza y plenitud de los comienzos en cuanto al estilo, mientras que por la otra, una vez ampliado el horizonte filosófico de Platón por los diferentes puntos de vista que se le plantean durante la etapa intermedia de estancia en Megara y en el extranjero, y en particular por su conocimiento de la filosofía pitagórica, Platón logra fusionar toda esa serie de elementos de forma que llega a la exposición más perfecta de su sistema filosófico en la forma de un diálogo socrático, que de recibe así una plenitud de contenidos y logra el ideal más alto (3).

Combinando las dos teorías anteriores aunque con ciertos matices de importancia menor y ciertas indicaciones anotadas en el estudio de cada uno de los diálogos, Zeller llega por su parte a la siguiente división de la obra de Platón: 1. «Hippias menor», «Lisis», «Cármides», «Laques», «Protágoras», «Eutifrón», «Apología» y «Critón». 2. Transición: «Fedro», «Gorgias», «Menón», «Teetetos», «Sofista», «Político», «Parménides», «Banquete», «Fedón» y «Filebo». 3. «República», «Timeo», «Critias» y «Leyes». El lugar que ocuparían en esta clasificación el «Eutidemo» y el «Crátilo» serían inciertos. Zeller no considera auténticos ni el «Primer Alcibíades» ni el «Menexeno» (4). Por lo tanto en el primer grupo, y ampliando ligeramente la clasificación anterior, encontraríamos las doctrinas más puramente socráticas expuestas según el método socrático; es decir, al Sócrates histórico, cuyo tema de estudio básico es la ética. En el segundo grupo se expone fundamentalmente la teoría de las Ideas de Platón, que explica la naturaleza de esas entidades arquetípicas que se corresponden con los conceptos. En el tercer grupo, además de la exposición de la teoría de la dialéctica como ciencia, encontraríamos también las teorías de la virtud, del estado y de la naturaleza.

Para un estudio filosófico general bastaría con leer la «Apología» para obtener un retrato de Sócrates, el «Protágoras» para comprender el método socrático aplicado el tema de la ética, el «Teetetos» para conocer la teoría del conocimiento, el «Fedro» y el «Fedón» en cuanto a la teoría de las Ideas y el alma, la «República» también para conocer la teoría de las Ideas pero además la teoría de la virtud y la del estado, el «Filebo» que nos explica la teoría de la infinitud y el infinito y vuelve a hablar sobre la teoría de las Ideas y la Idea del bien, y «Timeo» para la teoría de la naturaleza y del alma. Sin embargo no nos encontraremos en ninguna de estas obras con ninguna conclusión dogmática a la que vaya llegando paso a paso. Platón es un firme defensor de la idea de mantener constantemente la mente abierta y de tratar cada problema desde todos los puntos de vista posibles. Por esa razón es posible leer unos cuantos diálogos de Platón, siguiendo como si dijéramos algunos de los momentos culminantes de la sinfonía platónica, sin hallar una verdadera pausa en el camino.

En cuanto al estilo formal de los diálogos, el lector debe abstenerse de interpretar de forma en exceso literal los mitos y las metáforas que abundan en ellos. La filosofía de Platón en muchos casos está plagada de poesía, pero eso no impide que siga siendo filosofía si se lee correctamente. Comprobaremos la importancia de esas disquisiciones y las veremos ilustradas cuando lleguemos a Aristóteles y a la crítica de su maestro.

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(1) «Geschichte der Philosophie», Bd. II. p. 147.

(2) Véase Zeller, «Plato and the Older Academy» (que es una traducción de la obra de Zeller, «Geschichte der Philosophie der Griechen»), p. 82

(3) «Plato and the Older Academy», págs. 103, 104 y 117 a 119. Schwegler está de acuerdo con Hermann; véase su «Handbook of the History of Philosophy», págs 62 a la 67 (en la traducción de Stirling). En este punto la diferencia entre Zeller y Schwegler prácticamente apenas tiene consecuencias, más que para los grandes especialistas.

(4) Quiero hacer notar que ciertos autores ingleses de renombre en este momento, entre ellos principalmente Henry Jackson y R. D. Archer-Hind, consideran el «Parménides» y el «Filebo» como las obras más tardías de Platón, que por lo tanto contendrían la última versión más elaborada de su pensamiento más importante, la teoría de las Ideas. Véase la página 112 de esta misma obra. (Véase Journal of Philology, Cambridge, 1882).

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