Historia de la Filosofía - Tomo IV -
La filosofía novísima (siglo XIX)
§
21 - LA ESCUELA
PSICOLÓGICO-ESPIRITUALISTA.— LOTZE
La psicología espiritualista en la Alemania de nuestro siglo ha sido
afirmada y defendida por los filósofos adictos al catolicismo y por los
representantes filosóficos de la derecha hegeliana. Como debemos hablar
de los primeros más adelante, omitimos aquí sus nombres y sus trabajos;
y por lo que hace a los segundos, citados quedan ya al tratar de la
derecha hegeliana, a los cuales deben agregarse los nombres de
Perty y
de Harms, de los cuales el primero en su
Antropología y el segundo en su
Psicología, defienden, como Ulrici y Hermann Fichte, las soluciones
principales de la psicología espiritualista, aunque desviándose más o
menos unos y otros del espiritualismo cristiano.
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Estas desviaciones del espiritualismo psicológico cristiano fueron
mayores en un filósofo que no hace mucho que descendió al sepulcro, y
cuya doctrina psicológica vamos a exponer con la posible brevedad,
porque así lo reclama su importancia científica, y sus trabajos en favor
de la psicología espiritualista enfrente de la materialista. |
Lotze (Rodolfo Hermann) es el nombre de este notable filósofo, que
nació en 1817 en Bautzen, y que en 1839 había terminado sus estudios de
medicina y de Filosofía. Discípulo por algún tiempo de Wisse, amigo y
compañero de Fechner, y testigo presencial del movimiento herbartiano
que se verificaba en Leipzig, Lotze supo apropiarse lo que había de
bueno y verdaderamente científico en estas varias direcciones, sin
incurrir en exageraciones y exclusivismos. Lotze cultivó las ramas
principales del saber, y así lo demuestran sus escritos metafísicos (Metaphisik,
1841), patológicos (Allgemeine Pathologie und Therapie, 1842), de
lógica y fisiología (Logik, 1843; Allgem. Physiologie dei Körperlichen
Lebens), de historia natural y de filosofía de la historia (Mikrokosmus,
Ideen zur Naturgeschichte, etc, 1856), de estética (Geschichte der
Aestlhetik in Deutsckland), sin contar algunos otros sobre diferentes
materias. Pero lo que constituye su mérito filosófico y su importancia
histórico-científica, son los trabajos y escritos sobre psicología,
entre los cuales sobresale su Psicología general (1), verdadero resumen de sus ideas y teorías psicológicas.
Éstas son esencialmente espiritualistas en el fondo, aunque con
algunas desviaciones más o menos graves, como sucede, por punto general,
en las cuestiones psicológicas y metafísicas, cuando la razón se mueve
fuera de la órbita cristiana. Lotze, después de afirmar la existencia de
Dios, la necesidad de la religión y de la moral en sus escritos
metafísicos, afirma y prueba en su Psicología la existencia del alma
espiritual en el hombre, su distinción del cuerpo, la irreductibilidad
del pensamiento a las fuerzas físicas o químicas, la existencia del
libre albedrío.
Pero lo que constituye el verdadero mérito de Lotze, o, digamos, su
significación en la historia de la Filosofía, no es, ciertamente, la afirmación de esas verdades, sino la
vigorosa e ineludible argumentación, las pruebas científicas o
experimentales en que la apoya, demostrando a la vez la insuficiencia de
las pruebas alegadas por el materialismo en favor de su tesis. Lotze,
que se había entregado con ardor al estudio de las ciencias naturales y
físicas, que ensalzaba con entusiasmo los descubrimientos realizados en
estas ciencias, que ponía en práctica el método experimental, y que se
hallaba al corriente de cuantos descubrimientos, observaciones y teorías
circulaban en el campo de la ciencia, reunía todas las condiciones
necesarias para combatir al materialismo con sus propias armas.
Así lo hizo en efecto; y quienquiera que recorra sus escritos, y
principalmente su ya citada Psicología general, le verá seguir paso a
paso los argumentos del materialismo, y reducirlos a menudo polvo,
poniendo de manifiesto lo que en los mismos hay de aventurado, de
hipotético, y, sobre todo, de sofístico. Tal acontece, por ejemplo, con
el argumento capital del materialismo, cuando pretende probar que el
pensamiento es una transformación del movimiento local, fundándose en la
equivalencia de las fuerzas físicas y en la transformación del calor en
movimiento, y viceversa. Lotze, sin salir del terreno de los hechos, y
sin más que aplicar a estos la lógica, o, si se quiere, la razón
natural, demuestra que «la transformación del movimiento en calor no
puede en manera alguna autorizar la explicación de los estados del alma
por una transformación de estados físicos».
Ya hemos indicado arriba que la psicología de Lotze, aunque
espiritualista en el fondo, contiene, sin embargo, algunas ideas y
afirmaciones muy poco en armonía con la psicología cristiana. Tales son
las que se refieren al origen y fin del alma, es decir, aquellas
cuestiones psicológicas que la razón humana, abandonada a sus propias
fuerzas, sin el auxilio directo o indirecto de la revelación,
difícilmente puede resolver con seguridad y omnímoda certeza. El
pensamiento de Lotze flota indeciso y vago entre la afirmación de una
inmortalidad interna del alma y la afirmación de una inmortalidad
externa, por decirlo así, y accidental, única que en realidad admite, y
aun esto no para todas. Según el psicólogo alemán, nada nos impide
afirmar de una manera general que las almas son mortales; pero puede
suceder, añade, que un alma sujeta de suyo a perecer, goce, sin embargo,
de una existencia indefinida (mais il peut se faire qu'une âme
périssable.... jouisse d'une existence indefinie, à laquelle elle n'aurait
par elle-même aucun droit), de una inmortalidad efectiva, por más que no
tenga derecho a ella por su propia naturaleza.
Pero donde Lotze se aparta, si no más, al menos de una manera más
explícita y terminante de la psicología cristiana, es al resolver el
problema referente al origen del alma humana. Cuando nace un hombre, el
alma del niño ni es un alma nueva, ni procede del alma de los padres,
sino que es una especie de emanación de la substancia infinita (nous
dirons que l'étoffe dont cette nouvelle âme est faite.... était dans
l'inépuisable substance de l'absolu) o del absoluto. Así, pues, el alma
humana no debe su origen al organismo como pretende el materialismo, ni
tampoco a la creación ex nihilo (on ne peut dire avec les matérialistes
que l'âme naît de l'organisme, ni qu'elle sort du néant), sino que es un
producto o efecto necesario de la razón universal creadora: elle est le
produit nécessaire, à la production duquel la raison créatrice
universelle est forcée par la forc e rétroactive d'un moment de ce cours
du monde.
El autor del Microkosmus nos dice, entre otras cosas, que la
libertad del hombre está esencialmente relacionada con la libertad de
Dios, de manera que la libertad de éste es condición y premisa necesaria
de la libertad del hombre, siendo de notar que para Lotze, como para
Santo Tomás, la libertad presupone y se funda en la naturaleza, y el
acto libre no excluye, sino que presupone el acto necesario de la
voluntad como naturaleza.
El profesor de Gotinga hace también explícitas reservas, ora acerca
de las teorías excogitadas por los secuaces de la escuela psicológico-fisiologista
para explicar el origen de los seres organizados o de la vida, ora
acerca de las teorías de los mismos en orden a la influencia necesaria o
conexión entre los caracteres de los individuos y naciones, y los
caracteres o condiciones físicas, geográficas y climatológicas del país
en que viven.
Retractando implícitamente, o modificando al menos, lo que había
escrito en la Psicología general acerca del origen del alma, Lotze, en
el capítulo que dedica en el Microkosmus a tratar de la creación del
hombre, comienza por reconocer que acerca del origen y término del
mundo, poco o nada nos dicen la razón humana y las ciencias naturales y
de observación. Los progresos de éstas no pueden eliminar la idea de
creación, ni menos demostrar que no ha intervenido en el origen del
mundo. Las leyes de la naturaleza no excluyen la acción creadora, ni
tampoco la acción continua y conservadora de Dios. Más todavía: no
carece de fundamento, y se halla relacionada con la libertad del hombre
y de Dios, la creencia en ciertas manifestaciones especiales de la
intervención divina en la producción del hombre y en otros
acontecimientos.
Una gran parte, y aun pudiéramos decir la principal del Microkosmas,
está dedicada a la Filosofía de la historia; y como quiera que esta
materia sale del cuadro de nuestra historia, sólo indicaremos que su
autor establece cinco fases o formas del desenvolvimiento humano, que
son: a) la forma intelectual; b) la forma industrial; c)
la forma
estética; d) la forma religiosa, y e) la forma política. Excusado parece
advertir que Lotze subdivide cada una de estas fases en diferentes
grados o épocas. Así, por ejemplo, la fase intelectual abraza una
primera época, en que predomina la imaginación, y se manifiesta en la
mitología; una segunda época, en que predomina la reflexión sobre la
naturaleza de las cosas, y una tercera que se distingue por la
aplicación del método científico.
Lotze ha sido enumerado por algunos entre los discípulos de Herbart,
a pesar de sus protestas en contra; otros le han colocado entre los
partidarios de Leibnitz, y otros le apellidaron discípulo de Spinoza y
de Schelling. En realidad de verdad, Lotze puede ser apellidado
discípulo de todos estos y de ninguno de ellos, porque en su doctrina y
sus ideas hay algo que pertenece a los filósofos citados, pero
amalgamado con ideas originales y con ideas de otros filósofos. Si sus
teorías psicológicas y cosmológicas le acercan a Herbart y a Leibnitz,
su manera de concebir y afirmar las mónadas como meras modificaciones
del Absoluto (Alie Monadem sind nur Modificationen des Absoluten), le
aproximan a Spinoza y Schelling, al paso que su concepción del mundo
externo ofrece reminiscencias de la teoría idealista de Berkeley; porque
es de saber que, para el profesor de Gotinga, el mundo del espacio y de
la materia, el mundo de los cuerpos, no tiene existencia real por sí
mismo, o para sí mismo, sino únicamente para las almas que dependen de
aquél en la determinación de sus fenómenos psicológicos. En otros
términos: los fenómenos materiales del mundo externo son manifestaciones
de substancias inmateriales o ideales, y éstas, a su vez, no son más que
manifestaciones del Absoluto o de Dios.
Por las indicaciones que preceden se ve que, en el terreno
metafísico, Lotze se aparta de la Filosofía cristiana más que en el
terreno psicológico.
__________
(1) Esta obra es la misma traducida al francés por Penjon con el
titulo de Principes de psychologie physiologigue, 1876.
La escuela psicológica Herbart, o la escuela psicológico-realista.
Movimiento herbartiano |