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Torre de Babel Ediciones

René Descartes – Racionalismo – Filosofía Moderna – Criterio de la verdad

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA – VOCABULARIO FILOSÓFICO

DESCARTES

Ejercicios  –  Conceptos fundamentales explicados

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René Descartes
(1596-1650)

Criterio de Verdad (o de evidencia)

Criterio que nos permite decidir la verdad de nuestras creencias: son verdaderas aquellas proposiciones evidentes, es decir, las proposiciones «claras y distintas».

Llamamos criterio al requisito o requisitos que podemos utilizar para la valoración de algo; por ejemplo, podemos utilizar como criterio para la corrección de un examen que todos aquellos alumnos que lleguen al cuatro aprueban, y el resto suspenden. Cuando utilizamos un criterio las cosas que valoramos con él quedan divididas al menos en dos grupos: las que lo cumplen y las que no lo cumplen. Cabría pensar que también es posible utilizar un criterio para valorar la perfección de nuestros conocimientos en relación a su pretensión de verdad, en relación a la verdad que de ellos podemos esperar. Esto es precisamente lo que ocurre con la regla de evidencia. El cumplimiento de la regla de evidencia permite asegurar la certeza.

Descartes obtiene el criterio de verdad a partir de la primera verdad descubierta con el ejercicio de la duda metódica. Lo que garantiza la verdad de la proposición «pienso, luego existo» es su claridad y distinción, por lo que podemos aceptar como «una regla general que todas las cosas que percibo muy clara y distintamente son verdaderas» («Tercera Meditación»). De todos modos este «criterio de verdad» no tiene total garantía hasta que no se demuestra la existencia de Dios y su bondad, y ello, básicamente, por la radicalidad de la duda metódica: la hipótesis del genio maligno pone en cuestión incluso la veracidad de aquello que parece mostrarse como más evidente (con claridad y distinción), por ejemplo que dos más tres sean realmente cinco,  y llega a cuestionar la propia matemática, tanto las proposiciones matemáticas a las que se llega por deducción, como las verdades más simples a las que parece llegarse por intuición.

Muchos lectores de las «Meditaciones metafísicas» han señalado que en este punto Descartes parece caer en un círculo vicioso: podemos llegar a la demostración de la existencia de Dios si vemos con «claridad y distinción» que cada uno de los pasos que seguimos en la argumentación es verdadero. Pero, a su vez, la claridad y distinción como criterio de verdad para conocimientos que no son los del cogito, sólo queda suficientemente justificada si Dios existe. El mismo Descartes intenta dar una respuesta a esta cuestión, pero no lo hace de un modo totalmente satisfactorio. En su respuesta indica que Dios se utiliza como garantía solamente de aquellas ciencias que aprehenden conclusiones y necesitan de la memoria. La veracidad divina garantiza que no me engaño al pensar que son verdaderas aquellas proposiciones que recuerdo haber percibido clara y distintamente. Algunos interpretes intentan resolver esta cuestión indicando que Descartes distinguió entre el simple acto de visión mental de la verdad de algo (la evidencia) y el conocer ese algo con ciencia perfecta.

Podemos tener claridad y distinción de la verdad «los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos», pero no tenemos ciencia perfecta hasta que no hayamos demostrado que Dios existe y es bueno. En este sentido dice Descartes que un ateo puede conocer claramente que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos rectos pero que «tal conocimiento, de su parte, no puede constituir verdadera ciencia» («Respuesta a las Segundas Objeciones»).

     Ver claridad y distinción.

Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.
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