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Torre de Babel Ediciones

Origen de las IDEAS – Voltaire – Diccionario Filosófico

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Voltaire – Diccionario Filosófico  

► Ídolo, idólatra, idolatría

 

IDEA

Idea - Diccionario Filosófico de Voltaire―¿Qué es la idea?

―Es la imagen que se pinta en nuestro cerebro.

―¿Luego todos nuestros pensamientos serán imágenes?

―No cabe duda, porque las ideas más abstractas no son más que los reflejos de los objetos que percibimos. Pronuncio la palabra «ser» hablando en general, porque he conocido seres particulares. Pronuncio la palabra «infinito», porque he visto los límites y los restrinjo todo lo que puedo en mi entendimiento; concibo ideas, porque tengo imágenes en el cerebro.

―¿Quién es el pintor de ese cuadro?

―No soy yo, que para eso no soy buen dibujante; es el que me creó, el que me dio las ideas.

―¿Cómo sabemos que nosotros no nos damos las ideas?

―Porque las ideas nos ocurren muchas veces contra nuestra voluntad cuando velamos, y siempre contra nuestra voluntad cuando soñamos durmiendo.

―¿Estáis persuadido de que las ideas no nos pertenecen, como no nos pertenece el cabello que crece, que se blanquea y que cae sin intervención nuestra?

―Es evidente; con el cabello, lo que podemos hacer es rizarlo, cortarlo, ponerle polvos, pero no podemos hacer que nazca, lo mismo que las ideas.

―¿Entonces profesaréis la opinión de Malebranche, que decía que lo vemos todo en Dios?

―Estoy seguro por lo menos de que, si no vemos todas las cosas en el Gran Ser, las vemos por medio de su acción poderosa y presente.

―¿Cómo se realiza esta acción?

―Os he dicho cien veces que no lo sé y que Dios no comunicó este secreto a nadie. Ignoro qué es lo que hace latir mi corazón, correr la sangre por mis venas; ignoro cuál es el principio de todos mis movimientos, y tampoco puedo deciros por qué siento y por qué pienso.

―¿Pero al menos sabréis si la facultad de tener ideas es inherente a la extensión?

―Tampoco lo sé. Tatien, en el discurso que dirigió a los griegos, dice que el alma se compone de cuerpo. Ireneo, en el capítulo XXVI del segundo libro, dice que el Señor nos ha enseñado que nuestras almas están dotadas de la figura de nuestro cuerpo para conservar la memoria. Tertuliano asegura que el alma es corporal, y Arnobe, Lactancio, Hilario, Gregario de Nicea y Ambrosio son de la misma opinión. Otros Padres de la Iglesia aseguran que el alma carece de extensión, y en esto opinan como Platón. Yo no me decido por ninguna de esas opiniones; son incomprensibles para mí uno y otro sistema, y después de estudiar esta materia toda mi vida, estoy tan atrasado en ella como el primer día.

―Entonces no valía la pena de haberla estudiado.

―Es verdad; el que goza sabe más que el que reflexiona, o por lo menos es más feliz; pero no ha dependido de mí admitir ni rechazar en el cerebro todas las ideas que se presentan en él a pelearse unas con otras, y que han tomado mis células medulares por campo de batalla. Después de su combate, sólo he recogido por despojos la incertidumbre.

―Es cosa triste tener muchas ideas y no conocer la naturaleza de esas ideas.

―Es verdad; pero es más triste y más necio todavía creer saber lo que no sabemos.

―Si no sabéis positivamente lo que son las ideas, si ignoráis de dónde las adquirimos, sabréis al menos por dónde.

―Sí; como los antiguos egipcios que, aunque desconocían los manantiales del Nilo, sabían muy bien que llegaba hasta ellos el agua del río por su cauce. Sabemos muy bien que las ideas provienen de nuestros sentidos, pero ignoramos de dónde nacen. El manantial del Nilo no se descubrirá nunca.

―Si es cierto que adquirimos las ideas por medio de los sentidos, ¿por qué la Sorbona, que siguió durante mucho tiempo esta doctrina de Aristóteles, la condena con tanta virulencia Helvecio?

―Porque la Sorbona se compone de teólogos.

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