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Torre de Babel Ediciones

Vida del filósofo griego Empédocles – Fénelon

 

 

Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres

DIÓGENES LAERCIO

 

 

 

Compendio de las vidas de los filósofos antiguos

François Fénelon


Prólogo del traductor

TALES

SOLÓN

PÍTACO

BÍAS

PERIANDRO

QUILÓN

CLEÓBULO

EPIMÉNIDES

ANACARSIS

PITÁGORAS

HERÁCLITO

ANAXÁGORAS

DEMÓCRITO

EMPÉDOCLES

SÓCRATES

PLATÓN

ANTÍSTENES

ARISTIPO

ARISTÓTELES

JENÓCRATES

DIÓGENES

CRATES

PIRRÓN

BIÓN

EPICURO

ZENÓN

 

BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO – Catálogo

COMPENDIO DE LAS VIDAS DE LOS FILÓSOFOS ANTIGUOS

François Fénelon – Índice general
 

 

EMPÉDOCLES

Floreció hacia la Olimpíada 84.
 

Empédocles, según la opinión general, había sido discípulo de Pitágoras. Nació en Agrigento, ciudad de Sicilia, y su familia era una de las principales del país. Tenía conocimientos extraordinarios en Medicina. Era buen orador, poeta y muy inteligente en el culto de los dioses. Los agrigentinos le respetaban extraordinariamente, y le tenían por hombre muy superior al resto de la humanidad.

Lucrecio, después de haber descrito todas las curiosidades de aquella isla, dice que los sicilianos miraban como la mayor gloria de su patria el haber producido un hombre tan eminente. Los sucesos de su vida le habían atraído la admiración general. Algunos creían que era mágico. Gorgias, que era uno de sus principales discípulos, decía que le había ayudado en el ejercicio de aquel arte, y aun el mismo Empédocles dio a entender en sus poesías que sabía algunos secretos extraordinarios para curar enfermedades, rejuvenecer los ancianos, excitar los vientos, calmar las tempestades, atraer la lluvia y el calor, y, en fin, dar vida a los muertos y hacerlos venir del otro mundo. Un día los vientos Etesianos soplaban con tanta violencia que todas las cosechas iban a perderse sin remedio. Empédocles mandó desollar unos asnos, hacer unas odres con los pellejos y colocar sobre los montes, con lo que, dicen que los vientos calmaron inmediatamente.

Era muy adicto a la doctrina de su maestro Pitágoras, y como éste prohibía los sacrificios de animales, Empédocles mandó hacer un buey de harina y miel, y le sacrificó a los dioses. En su tiempo Agrigento era una ciudad muy considerable, puesto que su población subía a 800.000 habitantes. Llamábanla la gran ciudad, y el lujo que reinaba en ella era excesivo. Empédocles decía que los agrigentinos se alegraban como si hubieran de vivir un día, y edificaban como si hubieran de vivir un siglo. No apetecía los empleos, y prefirió siempre una vida retirada al tráfago de los negocios. Amaba la libertad y el gobierno popular. Convidáronle un día a comer y viendo que pasaba la hora señalada y que los platos no venían, se quejó amargamente al amo de la casa, el cual le respondió que estaba aguardando al decano del senado. Presentóse al fin este personaje, que fue tratado con el mayor respeto, y elegido rey del convite. El senador se portó con mucha altivez en esta ocasión. Mandó que los convidados no bebiesen más que vino puro, y al que faltaba a este precepto, mandaba echar un vaso de vino al rostro. Empédocles calló por entonces; pero al día siguiente, convocó al pueblo, y acusó al amo de la casa y al senador, diciendo que la conducta de estos dos hombres podía abrir la puerta al despotismo, y que habían obrado con desprecio de las leyes y de las libertades públicas. El pueblo irritado los condenó a muerte, y aun aseguran que el mismo Empédocles los mató.

Ejercía tanto influjo en sus compatriotas, que éstos, siguiendo su consejo, abolieron el cuerpo legislativo llamado de los mil, y dispusieron que el cargo de magistrado no durase más que tres años, a fin de que todos los ciudadanos pudiesen ejercerlo. El médico Acrón pidió al Senado un terreno para alzar un monumento a su padre, que había sobresalido en su profesión, y había sido uno de los mayores facultativos de su tiempo. Empédocles se opuso a esta demanda, como opuesta a la libertad que debía reinar en una república, y a la regla general de que nadie sobresaliese entre sus conciudadanos.

La peste reinaba en Selinunte y hacía grandísimos estragos. Empédocles conoció que esta enfermedad provenía de la corrupción de las aguas de un río inmediato a aquella ciudad. Enseguida mandó abrir un canal, por el cual desaguaban en aquel río dos arroyos muy puros. Esta obra se hizo a sus expensas, e inmediatamente cesaron la corrupción y la peste. Los habitantes de Selinunte hicieron grandes fiestas y tributaron a Empédocles los mismos honores que a una divinidad.

Empédocles admitía por primeros principios los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego. Entre éstos reina, según él, una armonía que los une, y una discordia que los separa. Sufren perpetuas vicisitudes, pero nunca perecen. Este orden es eterno. Decía que el sol es una gran masa de fuego; que la luna es un disco; que el cielo es de una materia semejante al cristal; que el alma pasa indiferentemente a todos los cuerpos, y que se acordaba de haber sido niña, pez, ave y planta.Empédocles - Compendio de las vidas de los filósofos antiguos - Fénelon

Hay muchas opiniones acerca de la muerte de este filósofo. La más común es que deseando que sus contemporáneos le creyesen dios, sostuvo este papel hasta el fin de sus días, y quiso terminarlos de un modo que pareciese prodigioso. Después de haber curado a una mujer de Agrigento, que estaba ya abandonada por los médicos, y próxima a exhalar el ultimo suspiro, preparó un sacrificio solemne y convidó a más de ochenta personas. Para hacerles creer que había desaparecido, cuando se acabó el banquete y los convidados fueron a descansar debajo de los árboles, Empédocles subió a la cima del Etna y se arrojó a las llamas, sin haber comunicado a nadie su designio. Horacio, hablando de esto, dice:

Deus immortalis haberi,

Dum cupit Empédocles, ardentem frigidus Aetnam

Insiluit….

Empédocles era de un aspecto muy grave. Llevaba siempre en la cabeza una corona de laurel. Nunca salía a la calle sino en compañía de muchas personas que le hacían la corte. Su presencia inspiraba mucho respeto. Las sandalias de que usaba eran de bronce, y aun por esta circunstancia dicen que se descubrió su muerte, pues la violencia del volcán las arrojó de su seno (1). Era buen ciudadano, muy desinteresado; tan aficionado a la igualdad, que dio una gran parte de sus bienes a unos ciudadanos pobres, después de haber apaciguado una sedición cuyo objeto era establecer un tirano en Agrigento. Murió muy viejo, aunque no se sabe de qué edad. Floreció en la Olimpiada 84, y los agrigentinos respetaron su memoria.

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(1) EL célebre escritor español Feijoo ha combatido este error con argumentos muy sólidos.

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